¿Controlas tu carrera profesional?
Pablo Santos Luaces. Decano CPIICyL
“En los últimos 3 años la empresa no me ha enviado a ningún curso, no me ha comprado ningún libro, no aprendo nada nuevo, ¡estoy estancado!”. Seguro que todos hemos oído o dicho esto en alguna ocasión. ¡¡Vaya empresa!! ¿Es así como cuida a sus profesionales? Pero, ¿¿y si la culpa fuera nuestra??
Ese es el planteamiento que hace “The Software Craftsman” (Sandro Mancuso, Diciembre de 2014) cuando comienza a cubrir la actitud que debe tener un profesional. “¿Quién controla tu carrera profesional? – Pregunta Mancuso – ¿quién es el responsable de tu futuro profesional? ¿Tu empresa o tú?”.
Me ha parecido que puede ser un tema de discusión interesante así que me puse a escribir este breve post.
El libro continúa diciendo: ¿qué nos parecería si vamos a un abogado o un médico y nos dicen que les comprásemos un libro, o les mandásemos a un curso? Estos profesionales invierten en sus propias carreras para poder dar un buen servicio a sus clientes, es su responsabilidad, no la del cliente ni la de la empresa para la que trabajan. Invierten en su carrera profesional por su propio interés, por su propio futuro, por su carrera.
Sin embargo, continúa, esto es diferente con los trabajadores de una fábrica, a los que simplemente se entrena para un trabajo muchas veces repetitivo y se espera de ellos ser fácilmente reemplazables llegado el caso. Curiosamente estos días, junto con el libro anterior, leía también parte de “Team Geek” y recurría al mismo planteamiento para explicar cómo gestionar equipos de ingenieros: que una cosa son los trabajadores de una fábrica, y otra ingenieros que realizan un trabajo esencialmente creativo, no repetitivo y en el que la motivación, cultura de equipo, identidad, etc. juegan un papel fundamental.
Mancuso elabora el argumento de que si queremos ser respetados como profesión debemos comportarnos como profesionales e invertir en nuestras propias carreras, por nuestro futuro y por estar a la altura de lo que se espera de nosotros.
Dice que si la empresa encima invierte en formación, pues mucho mejor, que es una situación de win-win, pero que lo contrario no debe ser para nada una excusa.
Continúa yendo más allá e incluso planteando que las relaciones empleado/empresa tal y como plantean los contratos no reflejan las necesidades de la industria, que debe ser realmente una relación de colaboración, de compartir objetivos, etc, etc. Esta parte ya da por sí misma para una discusión aparte.
Pablo Santos Luaces. Decano CPIICyL
“En los últimos 3 años la empresa no me ha enviado a ningún curso, no me ha comprado ningún libro, no aprendo nada nuevo, ¡estoy estancado!”. Seguro que todos hemos oído o dicho esto en alguna ocasión. ¡¡Vaya empresa!! ¿Es así como cuida a sus profesionales? Pero, ¿¿y si la culpa fuera nuestra??
Ese es el planteamiento que hace “The Software Craftsman” (Sandro Mancuso, Diciembre de 2014) cuando comienza a cubrir la actitud que debe tener un profesional. “¿Quién controla tu carrera profesional? – Pregunta Mancuso – ¿quién es el responsable de tu futuro profesional? ¿Tu empresa o tú?”.
Me ha parecido que puede ser un tema de discusión interesante así que me puse a escribir este breve post.
El libro continúa diciendo: ¿qué nos parecería si vamos a un abogado o un médico y nos dicen que les comprásemos un libro, o les mandásemos a un curso? Estos profesionales invierten en sus propias carreras para poder dar un buen servicio a sus clientes, es su responsabilidad, no la del cliente ni la de la empresa para la que trabajan. Invierten en su carrera profesional por su propio interés, por su propio futuro, por su carrera.
Sin embargo, continúa, esto es diferente con los trabajadores de una fábrica, a los que simplemente se entrena para un trabajo muchas veces repetitivo y se espera de ellos ser fácilmente reemplazables llegado el caso. Curiosamente estos días, junto con el libro anterior, leía también parte de “Team Geek” y recurría al mismo planteamiento para explicar cómo gestionar equipos de ingenieros: que una cosa son los trabajadores de una fábrica, y otra ingenieros que realizan un trabajo esencialmente creativo, no repetitivo y en el que la motivación, cultura de equipo, identidad, etc. juegan un papel fundamental.
Mancuso elabora el argumento de que si queremos ser respetados como profesión debemos comportarnos como profesionales e invertir en nuestras propias carreras, por nuestro futuro y por estar a la altura de lo que se espera de nosotros.
Dice que si la empresa encima invierte en formación, pues mucho mejor, que es una situación de win-win, pero que lo contrario no debe ser para nada una excusa.
Continúa yendo más allá e incluso planteando que las relaciones empleado/empresa tal y como plantean los contratos no reflejan las necesidades de la industria, que debe ser realmente una relación de colaboración, de compartir objetivos, etc, etc. Esta parte ya da por sí misma para una discusión aparte.
Como decía, me parece un tema interesante para reflexionar y discutir. Yo estoy de acuerdo en que es responsabilidad de cada uno de nosotros ampliar conocimientos, repasar, y que esas cosas no ocurren solas durante el trabajo como muchos opinan. Dedicar nuestro escaso tiempo libre a leer un libro cuesta, pero en mi opinión nada tiene que ver con ojear, a saltos, blogs y foros. No es comparable. Y el resultado se nota. El tiempo de estudio cunde y aporta una visión sólida que permite resolver problemas con fundamento mientras que saltar de blog en blog, sin la solidez del tiempo dedicado al libro de turno, hace muy complicado tener una idea general y muchas posibles soluciones se escapan. El libro (o docu equivalente) te pone además en una situación de ventaja al darte esa visión sólida que comentaba.
Un apunte sobre cómo debe ser un equipo de desarrollo
Sin estar directamente relacionado con el punto anterior, me llamó mucho la atención un párrafo de “Craftsman” porque justo discutía algo parecido hace unos meses en una reunión del Consejo de Colegios y además porque la misma idea sale también en Team Geek:
Some people think they can hire a whiz-bang architect and a bunch of mediocre programmers and create a good product – dice Team Geek.
En “Craftsman” dice que hay una “aproximación ingenua a los proyectos de software”: muchas empresas piensan que lo importante para que un proyecto tenga éxito es tener a un experto en el negocio escribiendo requisitos, un líder técnico (que no programe) para escribir documentos y diagramas y un gestor para micro-dirigir todo el cotarro. Después contratar a unos cuantos programadores por el menor dinero posible, incluso delegando la contratación a una empresa externa. Una receta para el desastre, que además no encaja con la noción de profesionales bien formados, remunerados y motivados. Incide también en que muchos gestores de proyectos no entienden nada del software que desarrollan o no han escrito una línea de código en años, y que es lo que le faltaba a la receta para “mejorarla” todavía más.
Sobre Team Geek y The Software Craftsman
A pesar de que me han llevado a escribir este post, ninguno de los dos libros me ha gustado mucho. Me falta todavía un poco de “Craftsman”, espero que me convenza más.
“Team Geek” se supone que es un Peopleware moderno, pero a mí me gustó mucho más el original. Quizá sea porque con Peopleware nunca había leído nada parecido y me encantó, y ahora Team Geek me suene a más de lo mismo.
Los dos libros, pero en especial “Craftsman”, están cargados de mucha moralina, mucha definición de lo que es bueno hacer, de cómo deberíamos ser para hacernos buenos profesionales. Vamos, que sí, que se leen fáciles, pero que tengo la impresión que se podría contar lo mismo en menos páginas y sin tanto bombo y platillo. Y también que no tienen mucho nivel en cuanto a conceptos técnicos, así que a veces suena un poco a libro tipo “autoayuda” en vez de a algo ingenieril. “Craftsman” me recuerda un poco (no es lo mismo, pero ciertas partes) a “The Clean Coder” de Robert C. Martin, que también habla mucho, mucho, sobre lo que un buen profesional debe ser, un tema que sin duda tiene cabida en nuestro entorno (aunque reconozco que Mr. Martin no es santo de mi devoción, pero esa es otra historia…).
La discusión está servida…
Estoy seguro de que es un buen tema para discutir en la oficina tomando un café, y que habrá puntos de vista y argumentos muy interesantes que escuchar.