Entrevista a Jose Antonio Caminero
“No sabía muy bien qué quería estudiar, pero entre la ayuda de un dado, sí, de los de seis caras, y que todo el mundo hablaba de que Informática era el futuro, en 1996 empecé Ingeniería Técnica en Informática de Sistemas”.
Y parece que el dado acertó, porque Jose Antonio Caminero Granja, nuestro entrevistado de hoy, ahí sigue con la informática. Ha trabajado con multinacionales, en empresas pequeñas, se presentó a unas oposiciones de programador en la Universidad de Valladolid, “en chándal”, se fue a Rumanía, volvió… y actualmente está en la Universidad de Valladolid.
Tiene claro que “la misión del Colegio es conseguir que esta profesión no esté en desigualdad de trato con respecto a las demás, porque aquí, o nos calentamos todos, o el brasero a la basura.”
“El mayor reto de mi trabajo, y de mi vida en general, es el cambio, porque, lamentable y agradablemente, a la vez, no hay nada más estable que el cambio.”
“No sabía muy bien qué quería estudiar, pero entre la ayuda de un dado, sí, de los de seis caras, y que todo el mundo hablaba de que Informática era el futuro, en 1996 empecé Ingeniería Técnica en Informática de Sistemas”.
Y parece que el dado acertó, porque Jose Antonio Caminero Granja, nuestro entrevistado de hoy, ahí sigue con la informática. Ha trabajado con multinacionales, en empresas pequeñas, se presentó a unas oposiciones de programador en la Universidad de Valladolid, “en chándal”, se fue a Rumanía, volvió… y actualmente está en la Universidad de Valladolid.
Tiene claro que “la misión del Colegio es conseguir que esta profesión no esté en desigualdad de trato con respecto a las demás, porque aquí, o nos calentamos todos, o el brasero a la basura.”
“El mayor reto de mi trabajo, y de mi vida en general, es el cambio, porque, lamentable y agradablemente, a la vez, no hay nada más estable que el cambio.”
No sabía muy bien qué quería estudiar, pero entre la ayuda de un dado, sí, de los de seis caras, y que todo el mundo hablaba de que Informática era el futuro, en 1996 empecé Ingeniería Técnica en Informática de Sistemas. Un año más tarde tenía la sensación de haberme equivocado porque, ya de aquellas, notaba que un industrial, un teleco, un físico… podían hacer, por capacidad y conocimientos, lo que yo, pero no al revés, así que en lugar de abandonar la carrera y que a mis padres les diera un síncope, orienté mi perfil hacia el sector industrial con asignaturas de los departamentos de Automática y Electrónica.
Con 21 años, y a falta del proyecto de fin de carrera, logré «colarme» en una multinacional del sector industrial, Trend Controls, con tan sólo 7 empleados en España y que se jactaban de ser la competencia directa de la mismísima Honeywell, la del DoD. Pero como estaba rodeado de doctores e ingenieros industriales, al poco tiempo decidí volver a Valladolid a terminar la carrera y poner en valor los años anteriores de mi vida. El proyecto se alargó y durante ese tiempo me «sumergí» en el mundo de la programación del software libre, y trabajé para una empresita de informática que surgió al calor del boom, del de entonces, y que llevaba el mantenimiento informático y de red de otras empresas, a la vez que empecé a estudiar alemán y francés para romper las barreras de comunicación con la cuna europea de la industria del automóvil. Y al terminar la técnica, como ya estaba «metido en harina», en lugar de buscar trabajo pensé en hacer la superior, aunque no tenía muy claro si de Informática; en la balanza también estaban la especialidad de Marketing de Económicas (ITM) o la de Automática de Industriales; al final, opté por Informática. Era el año 2001.
En 2002 me presenté a unas oposiciones de programador en la Universidad de Valladolid, en chándal, detalle que algunos hoy recuerdan y, afortunadamente, aprobé. En marzo de 2003 me llamaron para trabajar como programador de gestión, y en cuestión de pocos días tuve que elegir entre eso, trabajar en Renault o en el Instituto Tecnológico de Castilla y León (Burgos). Como aún no había terminado el proyecto, ahora de la superior, por el mismo motivo que vine de Madrid, elegí la Universidad. Unos meses más tarde, tuve la suerte de dejar los «visual» por los sistemas operativos y el «hierro», donde me encontraba mucho más cómodo y tenía la sensación de mantener y acumular empleabilidad.
En 2004 empecé a utilizar parte del tiempo de las tardes estudiando la especialidad de Automática de Industriales (que abandoné por amores), y presenté el proyecto de Ingeniería en Informática, momento en el cual, me colegié. Hice el curso de peritajes del Colegio, aunque de en aquel entonces no tenía muy claro de qué podía valer, pero hoy, después de algún peritaje estilo CSI, sé que mereció la pena.
2006 fue el año de consolidar la plaza en la Universidad, y como el riesgo de no aprobar estaba ahí, busqué alternativas interesantes. Me surgió la oportunidad de hacer una tesis en el CSIC en temas de robótica y biotecnología; quería hacer un doctorado, y más en el sector industrial, pero implicaba muchos cambios y dar por perdida la plaza de la Universidad, así que me incliné por retomar Industriales y preparar las oposiciones. Finalmente cambié Industriales por ITM para ir elaborando el perfil de ingeniero comercial, algo que me parecía aún más interesante de cara al futuro. Además, por aquella época echaba una mano a un buen amigo a montar una empresa tecnológica con producto propio, proMaticSystem -detalle importante: primero se hace el producto y luego se comercializa-.
En 2007, justo después de aprobar las oposiciones y consolidar la plaza, enlazando de forma natural con ITM y siendo consciente de que la experiencia internacional sería determinante en más adelante, me presenté a las pruebas para las deseadas becas del ICEX; y tras ser seleccionado, elegí como destino un país emergente y del que su gente emigraba, Rumanía, abandonando mi zona de confort y subiéndome a un avión, por primera vez en mi vida, para ir a trabajar a Bucarest en la Oficina Económica y Comercial de la Embajada de España. Un año después, a pesar de ofertas de trabajo que jamás pensé que pudieran hacerse, por cierto, ninguna de ellas relacionadas con Informática, previendo el impacto de la crisis, que tenía que terminar lo empezado y que estaba bastante agotado después de los últimos años, volví a la Universidad, donde continúo con mis «hierros», ahora muchos «virtuales», y los sistemas operativos.
Desde la experiencia en tierras de Vlad Tepes, el verdadero Drácula, seguí echando una mano donde se me necesitó, terminé ITM, colaboré en un libro de divulgación de Sociología, fui premio extraordinario de un máster en Desarrollo Económico, empecé un doctorado en Economía, he hecho algún peritaje informático, sigo teniendo intentos de que el inglés se afiance… me enveneno viendo cómo el mercado laboral de profesionales en Informática se hunde sin remedio porque el conocimiento lo tiene un buscador y lo único que se posee es la oportunidad y el acceso a las redes… y de manos de unos buenos amigos llegué a la Junta Directiva del Colegio Profesional de Ingenieros en Informática para completar los cargos de vocal, aunque no es hasta hace medio año cuando he podido empezar a estar visible, y si bien es cierto que me cuesta creer en la bondad a largo plazo de los reinos de taifas, tengo claro que la misión del Colegio es conseguir que esta profesión no esté en desigualdad de trato con respecto a las demás, porque aquí, o nos calentamos todos, o el brasero a la basura.
Para terminar: el mayor reto de mi trabajo, y de mi vida en general, es el cambio, porque, lamentable y agradablemente, a la vez, no hay nada más estable que el cambio.